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jueves, 7 de enero de 2016

Papas

ahora, parece extravagante querer cultivar papas en Marte. Pero muchas cosas que en principio parecían imposibles se han hecho realidad.

De Perú para el mundo


La papa o patata es originaria del Perú, donde se cultiva desde hace varios milenios. Durante la conquista de América, los conquistadores españoles la conocieron y la enviaron al viejo mundo, más como una muestra anecdótica de las extrañas cosas que eran capaces de comer los indígenas del nuevo mundo.

No se imaginaron los invasores de Pizarro y compañía que estaban llevando a Europa el fruto que daría inicio a una de las industrias fundamentales en la historia de la humanidad, actualmente el cuarto producto vegetal más importante para la alimentación de los seres humanos.

Siendo la papa un regalo de Perú al mundo, no es extraño que los peruanos quieran convertirse en los primeros productores de papas extraterrestres, o al menos en los proveedores de las semillas de patatas que algún día podrían sembrarse en Marte.


Papas desérticas


Los suelos y el clima del Perú son excelentes para la producción de papas, contabilizándose cerca de 5000 especies autóctonas. El país produce papas en sus planicies y serranías, pero muy poca proviene de la región desértica de La Joya.

Sin embargo, sí algún territorio peruano se parece al planeta Marte es este descampado situado en el sureño Departamento de Arequipa. Por eso, el Centro Internacional de la Papa, de Lima, con la asistencia de la NASA, ha emprendido un proyecto para aproximarse en La Joya a la que pudiera ser la primera hectárea de patatas a cosechar algún día en Marte.

La proeza de cultivar papas en Marte


No será fácil hacer crecer papas en el planeta rojo. Primero está el problema del suelo marciano, excesivamente tóxico para la vida vegetal tal como la conocemos en la Tierra. Luego está la composición de la atmósfera de Marte, que prácticamente es una masa de dióxido de carbono (95,32 % vs. 0,035 % en la Tierra).

El dióxido de carbono es bueno para el crecimiento de las plantas y de hecho este gas es inyectado en invernaderos para elevar su productividad; pero no en las abismales proporciones presentes en Marte. Luego está la gravedad, tres veces menor a la de la Tierra.

Quizá no solo haya que llevar las semillas de papa, sino también la tierra, los abonos, los invernaderos, el agua de riego y una hipotética máquina por inventar para realizar la fotosíntesis en condiciones muy distintas a las conocidas en nuestro planeta.


Con razón, los escépticos con la idea de las patatas marcianas señalan que solo es una operación de relaciones públicas de los promotores del proyecto. Estos se defienden diciendo que sí no da resultados en Marte, al menos el Sahara, Atacama y el Valle de la Muerte de California podrían convertirse en prósperos centros de producción de papas, para alimentar a la creciente población mundial.

De todas formas, sería todo un lujo poder ordenar alguna vez una buena hamburguesa con su guarnición de papas fritas marcianas.

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